Cuando hablamos de emociones, principalmente pensamos en tristeza o alegría, pero olvidamos los matices que existen detrás de estos sentimientos y al hablar de ello me refiero a la frustración, la calma, el miedo, el asco, la sorpresa o la rabia que, a pesar de ser secundarios también hacen parte del abanico de recursos emocionales que vamos desarrollando. Sin duda, es importante aprender a reconocerlos y movernos entre ellos; identificar: ¿Qué cosas me frustran?, ¿Qué cambios tiene mi cuerpo cuando paso de una emoción a otra y en qué parte de él se manifiestan, cabeza, garganta, espalda?, ¿Cuáles son mis respuestas cuando estoy molesto con otra persona?, ¿Hay algo que debería cambiar?, ¿Cómo lograría fortalecerme?, y respecto a mis respuestas, ¿soy ejemplo para mis hijos en cuanto al manejo de las emociones?

En el Liceo La Enseñanza, a lo largo de nuestra trayectoria, hemos valorado mucho el manejo de las emociones de manera asertiva, no sólo por el hecho de que esta acción asegura el desarrollo óptimo de las habilidades sociales del individuo, sino que reconocer, gestionar y actuar de manera acorde con alguna situación, es la clave para avanzar y fortalecer la autoestima de cada persona. En la actualidad, este tema requiere de práctica, de contacto con el sentir y de guía, de esta forma es como se logra dominar este tipo de inteligencia que va en paralelo al intelecto racional.

Para Daniel Goleman, quien es precursor en el tema de Inteligencia Emocional, el liderazgo extraordinario no sólo depende del coeficiente intelectual que posea una persona, sino, principalmente y casi en un 80‰, el componente inicial es la forma como ese individuo maneja sus emociones. Actualmente, en las grandes empresas, el dominio de este aspecto fundamental, es evaluado con mucha más profundidad en comparación a los conocimientos técnicos, que se tengan respecto a algún concepto teórico del cargo a ejecutar, con esto quiero decir que, no sólo basta con poseer el conocimiento académico, sino que resulta necesario saberse autorregular emocionalmente para poder relacionarse de manera asertiva con los compañeros, lograr manejar la tensión que cualquiera de estos trabajos logre despertar en el individuo, responder eficazmente ante propuestas, ofrecer resoluciones integrales ante conflictos, mantener la actitud positiva ante situaciones límite, lograr discrepar con respeto en cuanto a ideas opuestas, mostrar empatía con otras personas y muchas otras características que hacen parte del dominio y madurez emocional del propio ser.

Octubre es el mes de la Salud Mental, así fue instaurado mundialmente por la Organización Mundial de la Salud. Aprovechemos esta oportunidad para tomar conciencia de qué tanto conocemos nuestras emociones y cuánto podríamos ayudar a nuestros hijos a conocerse. Desde el Liceo La Enseñanza, estamos realizando a diario aportes que permiten el acercamiento de nuestros estudiantes con sus emociones para que así aprendan a reconocerlas y autorregularse frente a ellas. La madurez emocional es fundamental para alcanzar el éxito personal, pero como afirma Goleman “la infancia y la adolescencia constituyen una autentica oportunidad para asimilar los hábitos emocionales fundamentales que gobernaran el resto de nuestras vidas”, sin embargo, nunca es tarde para comenzar a desarrollar como adultos y padres herramientas emocionales adecuadas, para ser asertivos con nuestras emociones, recordemos que la principal forma de educar a nuestros hijos es mediante el ejemplo.

Psic. Andrea C. Centeno R.
Dpto. Psicoorientación
Liceo La Enseñanza.

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